De este modo, la metodología participativa de este proyecto de ciencia ciudadana ha permitido generar propuestas alineadas con los intereses y necesidades de la ciudadanía, favoreciendo una mayor implicación y compromiso en la adopción de estilos de vida más saludables.
Desconectar para conectar
Esta iniciativa, impulsada con el objetivo de fomentar una desconexión digital consciente y promover hábitos de vida más saludables entre la juventud andaluza, ha sido liderada por un equipo investigador de las universidades de Sevilla, Jaén y Cádiz y ha contado con la implicación de más 250 jóvenes andaluces.
El estudio forma parte del programa ‘Andalucía + ciencia ciudadana’, impulsado por la Consejería de Universidad, Investigación e Innovación, cofinanciado por la Fundación Española para la Ciencia y la Tecnología (FECYT) y coordinado por Fundación Descubre y la Universidad Pablo de Olavide (UPO), que pretende potenciar la utilización de este abordaje científico participativo entre distintos agentes de la región.
En concreto, supone la implicación activa de una comunidad para dar respuesta a un problema cercano con acciones basadas en el conocimiento; en este caso, la reducción del uso de móviles entre los jóvenes andaluces.
Sensibilización
Tal y como explica el equipo investigador, partieron de la hipótesis de que el tiempo de uso del teléfono móvil entre los jóvenes estaba por encima de las recomendaciones internacionales, que apunta a dos horas diarias. “Nuestro objetivo era, por un lado, comprobar esta premisa y, por otro lado, diseñar soluciones prácticas para abordar situaciones de adicción”, explica Borja Sañudo.
Este experto añade que el uso excesivo de dispositivos digitales puede producir problemas relacionados con un menor rendimiento académico, cambios negativos en los patrones del sueño, una mayor impulsividad, hostilidad, violencia doméstica y un aumento de las emociones negativas, como trastornos depresivos.
Para definir las propuestas destinadas para abordar esta problemática, los expertos y científicos ciudadanos desarrollaron el proyecto en tres fases diferenciadas cuyo progreso documentaron en un blog de la Oficina de Ciencia Ciudadana de Andalucía.
Durante la primera, que arrancó en mayo de 2024 hasta septiembre de ese mismo año, los participantes completaron un cuestionario inicial que permitió crear una base de datos representativa sobre su tiempo de uso del teléfono móvil, calidad del sueño, nivel de actividad física y hábitos sedentarios. La información sirvió como punto de partida para comparar con los resultados obtenidos al finalizar el proyecto, y así evaluar los cambios y el impacto de las intervenciones realizadas.
Los datos recopilados durante esta etapa han revelado que los estudiantes de Secundaria, Bachillerato y Universidad utilizan el móvil una media de 3 horas y 13 minutos entre semana, cifra que asciende a 4 horas y 45 minutos los sábados y domingos. El uso se concentra principalmente en aplicaciones de mensajería y redes sociales como WhatsApp, Instagram y TikTok. “Hemos detectado que los jóvenes hacen un uso social del teléfono centrado en mantener el contacto con su entorno y participar en dinámicas grupales digitales, lo que refuerza su necesidad de pertenencia, pero también incrementa su dependencia del dispositivo”, señala Borja Sañudo.
Ciencia participativa
Tal y como explicó este investigador, en la I Jornada de Ciencia Ciudadana también realizaron talleres, actividades y Cafés con Ciencia con familias y profesionales del ámbito educativo para concienciar sobre los riesgos que implica un uso intensivo del teléfono móvil entre la juventud andaluza.