Tal y como explica Florent Prunier, coordinador del proyecto, el avispón oriental procede de las regiones del sur de Asia, Oriente Medio y el norte de África y se ha extendido hasta Europa, adaptándose al clima Mediterráneo. “La rápida propagación de la Vespa orientalis subraya la necesidad de establecer sistemas de vigilancia temprana, protocolos de control y campañas de sensibilización ciudadana para mitigar su impacto en el medio ambiente y la economía andaluza”, añade Florent Prunier.
Este experto coordina el proyecto en colaboración con el investigador Diego Gil-Tapetado, investigador postdoctoral en la Universidad de Murcia; el coordinador de la plataforma Observation.org en España, Julio Rabadán, y el investigador predoctoral en la Estación Biológica de Doñana, Jairo Robla.
Una dieta variada
En lo que respecta a su variada alimentación, el equipo de investigación concreta que el avispón oriental consume restos de animales como las aves, con frecuencia gorriones y palomas, pequeños mamíferos como las ratas, reptiles como lagartos y serpientes, peces de agua dulce y marinos, e invertebrados, incluyendo grandes saltamontes, escarabajos, pulgones (o su melaza), e incluso erizos de mar, medusas y camarones.
Su dieta no se limita a lo animal. El avispón oriental también se alimenta de heces y restos de comida humana, savia de árboles como el tamarisco y los viñedos, donde se alimenta de uvas maduras, así como de los frutos de la hiedra. Asimismo, este insecto invasor es consumidor de especies vegetales que florecen tarde en la temporada, como el hinojo, la salvia, la olivarda y la viborera, además de plantas ornamentales exóticas originarias de su área nativa, como arbustos de la familia de las mirtáceas o el agave.
Crecimiento exponencial
Para ejecutar las labores de observación, los científicos-ciudadanos han empleado la plataforma Observation.org durante el verano y otoño de 2024. Así, mediante una aplicación móvil, han documentado y registrado la presencia del avispón oriental, con la posibilidad de adjuntar fotografías para dar credibilidad a las observaciones. A través de este recurso, que dispone de un sistema de geolocalización, los participantes han ubicado a esta especie en un mapa interactivo que facilita la visualización y comprensión de los datos obtenidos, y que se puede consultar en abierto.