Ambos datos se cruzaron usando MaxEnt, un modelo estadístico avanzado basado en lo que se conoce como principio de máxima entropía. “Dada la situación ambiental donde se registra una presencia, el modelo aprende cuales son las condiciones idóneas para que se produzca y lo extrapola a aquellos puntos donde detecta condiciones similares. El resultado es un mapa que indica los puntos calientes con probabilidad de medusas”, detalla Castro.
La herramienta emplea únicamente datos de presencia, pero los expertos aprovecharon los registros de ausencia para cruzarlos con las zonas donde MaxEnt predecía baja probabilidad de medusas. Donde ambas coincidían, se consideró una validación a la inversa.
Principales hallazgos
De esta forma comprobaron que la variable más determinante para anticipar la presencia de medusas en verano fue la profundidad de la capa de mezcla en abril. Cuando es más somera y estable, favorece las condiciones para que aumente el alimento disponible y se creen entornos propicios para su reproducción y supervivencia.
Entre las variables secundarias destaca la producción primaria neta, que representa la cantidad de carbono que el fitoplancton transforma en biomasa disponible como alimento. También observaron relaciones relevantes con la salinidad del agua, asociada a la estabilidad de la columna y a la supervivencia de las medusas, y con la dirección de las corrientes marinas, que podría influir en el transporte físico de los ejemplares desde zonas de reproducción hasta áreas costeras.
Aunque el análisis se centró en una sola temporada, los resultados permiten identificar patrones relevantes y sentar las bases para el desarrollo de herramientas de predicción. “Con mayor participación de colectivos como servicios de socorrismo, protección civil o incluso pescadores, y un uso continuado durante todo el año, podríamos evaluar la variabilidad interanual y ofrecer un pronóstico, al menos del verano siguiente”, apunta el experto.
El estudio ha sido posible gracias al acuerdo de colaboración entre la Universidad de Huelva y la Fundación Aula del Mar Mediterráneo de Málaga, que permite el uso de la app Infomedusa para llevar a cabo investigaciones científicas.